¡Muy buenas! Hace unos días recibimos por parte de WWE la noticia de que a partir de WrestleMania 34 dejaremos de tener eventos exclusivos para cada marca, por lo que todos los PPV's tras el mencionado los conformarán superestrellas tanto de RAW como de SmackDown. El anuncio ha generado reacciones diversas entre los aficionados y hoy yo pretendo realizar mi aportación con este artículo, analizando las consecuencias positivas y negativas que en mi opinión puede traer esta decisión.
La división de marcas regresó a WWE en el año 2016 y con ella los PPV's exclusivos para cada una de ellas. Desde entonces hemos visto como, a excepción de los eventos más importantes de la compañía (WrestleMania, Royal Rumble, SummerSlam y Survivor Series), estos han ido alternando entre una u otra marca —por ejemplo: No Mercy fue exclusivo de SmackDown en 2016 pero al año siguiente lo fue de RAW—.
Lo cierto es que esta medida parece no haber dado a WWE el resultado que esperaban en un principio. Los malos números generados en las ventas de entradas y el desinterés de buena parte de los aficionados han hecho que la compañía haya optado por poner fin a los eventos exclusivos por marcas, retomando los especiales conjuntos en los que participarán superestrellas tanto de RAW como de SmackDown. Esta medida se llevará a cabo a partir de WrestleMania 34, siendo Backlash el primer evento en el que se haga efectiva y convirtiendo a Elimination Chamber (RAW) y Fastlane (SmackDown) en los últimos PPV's exclusivos de la empresa por el momento.
La decisión ha generado controversia entre los aficionados. Muchos son partidarios de que las cosas continúen como hasta el momento y otros tantos aprueban la modificación de WWE respecto a sus especiales. Lo cierto es que todo cambio implica riesgos, y la compañía ha decidido aventurarse como consecuencia del mal resultado obtenido con los eventos exclusivos por marcas.
El problema más visible que han tenido ha sido la indiferencia con la que buena parte de sus espectadores ha actuado ante estos eventos, mostrando una expectación minúscula ante su llegada que consecuentemente ha repercutido en la venta de entradas, provocando que WWE fuese incapaz de completar el aforo de los estadios en los que celebraba dichos eventos en diferentes ocasiones. Uno de los principales causantes del desinterés han sido los combates de relleno que muchas veces han necesitado para completar algunas carteleras, haciendo que el main event fuese el único estímulo para interesarse por el evento. La acumulación de PPV's —dos por mes en muchas ocasiones— tampoco fue beneficiosa, tanto contenido en tan poco tiempo resultaba agotador para muchos y más si como dije anteriormente eran especiales cargados de relleno y feudos insulsos que no aportaban nada.
Estas contrariedades han hecho que WWE haya preferido dar un paso atrás y retomar los eventos en los que ambas marcas estén implicadas, fórmula que implantó en el año 2007 y que hasta su anulación en 2016 no había funcionado mal. Sin embargo la situación actual es muy distinta en comparación a épocas pasadas.
imagen captada en el evento Hell in a Cell 2017
Debido a la desmesurada cantidad de superestrellas que conforman el roster de WWE resulta muy complicado pensar en que todas tendrán cabida y protagonismo dentro de los especiales conjuntos, en especial aquellas que pertenezcan al low-card e incluso al mid-card. Si con eventos exclusivos para cada marca hemos hablado sobre falta de oportunidades para ciertos personajes reunir a toda la plantilla en un mismo show hará que este problema se agrave. Luchadores como Tye Dillinger, Zack Ryder, o Breezango entre otros se verían condenados al ostracismo, teniendo hueco únicamente en los programas semanales. Lo mismo podría ocurrir con campeonatos secundarios como el United States Championship, el Intercontinental Championship, los títulos por parejas de cualquiera de las marcas, o incluso el Cruiserweight Championship.
¿Pero es realmente un problema que estas superestrellas no participen en los eventos? Personalmente considero que no. Seamos sinceros, la mayoría de veces que hemos protestado porque un evento estaba cargado de relleno ha sido porque muchos de los combates estaban protagonizados por luchadores pertenecientes al low-card/mid-card. La cuestión está en qué debemos priorizar, proteger a quienes menos oportunidades reciben o mejorar el contenido de los especiales.
Los PPV's están destinados a ser el escenario en el participen los mejores luchadores, se desenvuelvan las mejores rivalidades y tengan lugar los mejores combates. Desafortunadamente no hay sitio para todxs, y en una empresa que firma más superestrellas que tiempo tiene para exponerlas por el simple hecho de arrebatárselas a sus competidoras todavía menos.
Esta situación nos abre un nuevo panorama para todos aquellos damnificados por el fin de la exclusividad en los eventos. Las superestrellas pertenecientes al low-card/mid-card y los títulos secundarios pasarían a cobrar mayor importancia en los programas semanales de la compañía, lo cual por consiguiente generaría un mayor interés en ellos. Los feudos podrían iniciar y concluir en los shows semanales, con o sin cinturones de por medio, una medida que aumentaría la expectación ya que actualmente resulta muy evidente que todas las rivalidades se alargan hasta el PPV de turno para finiquitarlas en él. Esto podría beneficiar a los ratings ya que mantendría atento al espectador si quiere estar al día respecto a las historias. El número de defensas titulares también incrementaría por lo que tanto RAW como SmackDown subirían el nivel de sus shows.
Esto no quiere decir que ciertas superestrellas y títulos nunca vayan a participar en un evento debido a su status. Si la rivalidad ha estado bien trabajada o el combate llama la atención por sus componentes lo justo sería que les hiciesen un hueco, independientemente de su posición en la empresa.
En líneas generales esta decisión parece traer más ventajas que inconvenientes:
Con los eventos conjuntos los enfrentamientos de relleno dejarían de existir ya que reuniendo lo mejor de cada marca resultaría complicado encontrarse alguno que no fuese lo suficientemente llamativo. Las carteleras en las cuales sólo uno o dos combates valen la pena terminarían.
Los eventos temáticos recobrarán sentido al realizarse para ambas marcas. En el caso de especiales como TLC o Extreme Rules era irrelevante, pero otros como Money in the Bank, Hell in a Cell o Elimination Chamber era ilógico que fuesen alternando anualmente entre RAW y SmackDown, privando por ejemplo de que durante todo un año uno de los programas no pudiese desarrollar historias alrededor de un maletín mientras que el otro contaba con dos al mismo tiempo.
Otro punto a favor de esta medida es que se terminará la acumulación de especiales, regresando al formato clásico de PPV mensual. La saturación durante el último año ha sido evidente y escalonar los eventos de forma que no terminen resultando cargantes era necesario para mejorar la relación entre consumidor y proveedor.
Si tuviera que destacar algo negativo de esta decisión son los rumores que indican que la duración de los eventos aumentará, lo cual permitiría exposición para un mayor número de superestrellas pero podría llegar a cansar al espectador. De todas formas si la calidad de los combates e historias también incrementa esto no debería ser un problema —véase Wrestle Kingdom y sus 6 horas—.
Analizados los hechos visibles parece que esta modificación no traerá más que cosas buenas, pero son muchas las dudas que quedan todavía en el aire.
¿Estaremos ante el inicio de una nueva unificación total de las marcas? Quiero pensar que no porque sería tirar por la borda todo el trabajo que han realizado con SmackDown durante el último año y medio. Entiendo que lo hagan con los eventos porque pueden verse beneficiados pero volver a juntarlas en su totalidad sería un retroceso significativo y poco conveniente. Cada marca debe desarrollar sus historias independientemente de la otra.
¿Existirán preferencias por una u otra marca en los eventos conjuntos? Es muy probable que esto ocurra. Sabemos que WWE siempre ha tenido predilección por RAW y esto puede provocar que en los especiales muestren un trato preferencial hacia ella. El Universal Championship cerrando casi todos los PPV's, un mayor número de luchas en la cartelera en comparación a SmackDown... pequeños detalles que dejarán patente que para la compañía su marca azul siempre ha sido el show B.
¿Habrá unificación de los títulos por parejas y femeninos? Ante esta pregunta estaría por asegurar al 99,9% que no ocurrirá. La unificación de estos campeonatos no tendría sentido sin una unificación total por parte de las marcas, y si ambas van a continuar como hasta el momento considero innecesario suprimirlos. Es evidente que los combates por estos títulos no siempre podrán formar parte de las carteleras de los eventos conjuntos, pero aquí es donde entraría en juego mi propuesta lanzada párrafos atrás (rivalidades y luchas titulares teniendo lugar en los programas semanales).
Una cosa está clara, y es que habiendo aprovechado mejor las posibilidades que otorgaban los PPV's exclusivos y creando storylines más atrayentes nunca hubiéramos llegado a este punto. Esta decisión no es más que un parche que WWE utiliza para frenar la hemorragia que está sufriendo en el plano creativo. En lugar de centrarse en mejorar la forma en que distribuyen el producto deberían sencillamente mejorarlo. ¿De qué servirán estos cambios si las historias continúan sin llamar la atención del espectador? La compañía debe pasar de centrarse en el problema a enfocarse en la solución.
Me gustaría conocer vuestra opinión al respecto. ¿Consideráis que la cancelación de los eventos exclusivos beneficiará o perjudicará al producto? ¿Creéis que esta decisión cambiará algo o que todo seguirá igual porque el problema reside en lo creativo? Espero vuestros comentarios.
Podéis comentar abajo o darme vuestra opinión en Twitter. Sabéis que lo podéis hacer hablándome a @WrestlingPhobia. ¡Saludos!
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